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Mandalas en el mundo

 

El ser humano en todas las culturas ha intentado reproducir o explicar el Universo y su estructura a través del mandala. Mas allá de la cultura y la época que lo exprese, el mandala hace referencia al camino hacia la Unidad del Ser.

 

En la cultura egipcia, los mandalas eran utilizados debido a la fuerza que estos transmitían, llenando de energía el lugar y como instrumento de meditación profunda. También se usaban dentro de las casas para atraer la energía o transmutar la negativa en positiva, así como para crear armonía y balance en la morada.

 

En la civilización China aun en la actualidad, son utilizados para generar abundancia y prosperidad así como para fortalecer la salud.


En tribus indígenas americanas se hacen presentes en coloridos bordados adornados con plumas y animales nativos. En algunas tradiciones se empleaban como protección contra los malos espíritus y como una especie de amuleto para promover la valentía y el coraje.

 

Los nativos Navajo celebraban ceremonias elaboradas, las cuales incluían oraciones y pinturas de arena representando diversos mandalas. Estos no eran permanentes, invocaban a los seres sagrados a la vez que servían como altares provisionales. Se dibujaban dentro de los hogares beneficiando, con cada mandala, no solo a los habitantes de esa casa, sino también a todos los miembros de la tribu.

 

Los Dogon de Mali poseen una metafórica relación entre el lenguaje y los símbolos, sus complejos mandalas hablan del "huevo de amma" como el vientre que alberga los signos del mundos, de ahí que el mandala mas representativo de esta maravillosa cultura tiene forma ovoide, trazado por una cruz en su interior, la misma divide al mandala en cuatro partes distintas que representan a su vez lo cuatro elementos y los cuatro puntos cardinales.

 

Los Dogon llaman "bummo" (huellas) a todos los elementos presentes en sus mandalas. Para esta cultura, meditar y trabajar la propia evolución sobre la base de sus mandalas, es un elemento esencial para llegar a comprender su lugar en este mundo así como para identificarse con el cosmos y con el infinito.

 

La Cábala, ciencia sagrada que obedece a las leyes más simples de la naturaleza, posee dos principios que la sostienen: las letras del alfabeto hebreo y los "Sefirot". Los sefirot están formados por diez esferas, en las cuales la luz divina es recibida y se manifiesta a través de ellas. Las diez etapas sucesivas de la luz, dan al hombre la posibilidad de comprender el infinito. Las 22 letras hebreas pasan por los 10 sefirot del árbol de la vida, formando así el mandala. Cada sefirot representa distintos planos de la conciencia por los cuales es necesario transitar para evolucionar y encontrar así, la esencia del Ser en Unión con lo Absoluto.

 

Las runas de las tradiciones nórdicas, son contenedoras de diversos símbolos que representan la búsqueda de la armonía en relación con lo interno y lo externo. Representan energías sagradas que hacen referencia a los distintos planos de la conciencia.

 

 

A pesar de que los mandalas se encuentran presentes en cada rincón del mundo, sus orígenes nacen en el Janaismo, Tantrismo, Hinduismo, Budismo y Lamaísmo.

 

Su nombre hace referencia al sánscrito, en tibetano es KYLKHOR (KYL: centro KHOR: circulo) literalmente seria "el centro de los alrededores".

 

Los budistas se refieren a "mandala" como un área espiritual o sagrada, a un circulo, a un grupo de objetos organizados alrededor de un punto central.


Los mandalas tibetanos de arena suelen elaborarse a pedido de la comunidad con la intención de traer paz y armonía al mundo, a un lugar determinado y a sus habitantes; también son utilizados como valiosas bendiciones y como instrumentos de meditación activa, cuya esencia descansa en su construcción.

 

Estos mandalas poseen significados externos, internos y secretos. En el aspecto externo representan al mundo en su forma divina, en el interno un mapa a traves del cual la mente ordinaria puede transformarse en la experiencia de la iluminación, y en el aspecto secreto, muestran el balance perfecto entre las energías sutiles del cuerpo y de la clara dimensión de la luz de la mente.

 

La creación de un mandala de arena, según la tradición tibetana, purifica en estros tres aspectos.

 

Estos mandalas de arena suelen construirse sobre una superficie plana de madera.

 

Una vez que se pide permiso y protección a los espíritus dueños de la tierra, se trazan las líneas que servirán de guía para los magníficos dibujos. Todo este ritual es aprendido de memoria y esta basado en las escrituras budistas.

 

La arena se coloca desde el centro hacia las orillas, simbolizando el hecho de que al nacer solo somos una gota de esperma y óvulo para ir evolucionando hasta que el universo entero se percibe a través de los sentidos.

 

Cuando el mandala es terminado se recoge la arena desde las orillas hacia el centro, esta vez, simbolizando el hecho de que al morir todos volvemos a la fuente misma y esencial en el centro de nuestros corazones.

 

Al destruir el mandala se cumple con dos propósitos fundamentales: Mostrar la inpermanencia de las cosas promoviendo el desapego, y el beneficio del mundo. Una parte de la arena se reparte entre quienes presenciaron la ceremonia final como una bendición, otra parte de la arena es depositada en un cuerpo de agua, (un rió o un lago por ejemplo) con la intención de purificar al mundo y a sus habitantes llevando esta bendición a todos los rincones del planeta.

 

Para "dibujar" en la arena, se utiliza una especie de cono de cobre llamado chan-bu. Como resultado de una leve vibración, la arena cae muy finamente por un pequeño orificio, esto es lo que permite la precisión en los dibujos.

 

Cuando la construcción del mandala termina, se invoca a Buda ( o al buda correspondiente) para que su bendición permanezca en la residencia. Se dedica el merito a la sanación del planeta y de sus habitantes.

 

Los mandalas son objeto de expresión artística y medio de espiritualidad para la comunidad budista, cuyo objetivo principal es recordar la santidad del Universo y el potencial espiritual de cada ser humano.

 

Cada parte de un mandala posee un significado, representa algún aspecto de la sabiduría o recuerda al que medita del principio que marca su camino. Cada tipo de mandala enseña una lección distinta.

 

Cada figura que integra un mandala posee varios propósitos: como objeto de adoración a una determinada deidad, como adornos de templos y lugares sagrados, como la manifestación concreta de alguna deidad, como foco de visualización y meditación, o bien como expresión plástica y artística del camino recorrido hacia el progreso y la evolución espiritual.

 

 

Mandala es sinónimo de espacio sagrado. Pareciera ser que existe mas allá de una cultura en particular, incluso al margen de ésta, hallamos mandalas en el mundo natural, y más allá de nuestro planeta tierra nos encontramos con el espacio y sus maravillosas formas cósmicas.

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